Hoy presentamos una versión teatral del conocido cuento titulado “Aladino y la lámpara maravillosa”. Es un texto corto, si tenemos en cuenta la duración del cuento original. Como personajes aparecen: Presentador, Aladino, Madre, Brujo, Genio, Sultán y Halina. La acción transcurre en tres espacios escénicos: el bosque, el interior de la cueva y el interior del palacio de Aladino. Contiene también algunas sorpresas interesantes.
Recomendado a partir de los 6 años.
Aladino y la lámpara maravillosa
(Estamos en un bosque. Entra el Presentador. Llega hasta el centro del escenario, alza sus brazos y suena un trueno).
PRESENTADOR.-
Me encantan las historias de magia, porque en ellas puede suceder cualquier cosa… Je… Hoy estamos aquí para disfrutar con la historia mágica más conocida y más emocionante: Aladino y la lámpara maravillosa.
(Vuelve a alzar sus brazos y suena otro trueno).
Aladino y su madre son muy pobres, y muchos días vienen a este bosque para buscar setas y también plantas para comer o para venderlas en el mercado del pueblo. Pero hoy no es un día cualquiera…
(Comienza a salir. Levanta sus brazos y suena un trueno. Sale).
(Entran Aladino y su Madre. Buscan entre los árboles).
ALADINO.-
Ser pobre es una lata.
(Entra el Brujo, de improviso, como si apareciera de la nada).
BRUJO.-
Eso se puede arreglar.
(Aladino y su madre, se alejan de un salto del recién llegado, algo asustados).
MADRE.-
¿Quién es usted?
BRUJO.-
Un simple mercader que necesita ayuda para recuperar algo que se me ha perdido. Y puedo pagar una moneda de oro a quien me ayude.
ALADINO.-
(Decidido).
¿Qué debo hacer?
BRUJO.-
Sólo bajar hasta un lugar al que yo, pobre viejo, no puedo acceder.
MADRE.-
Puede ser peligroso y se hace tarde.
BRUJO.-
(Que extrae una moneda de oro de entre sus ropajes).
Aquí tiene la moneda prometida, y yo mismo llevaré a su hijo hasta su casa, sano y salvo, se lo prometo. Regrese usted, buena mujer, y no se preocupe por nada.
(Como si pronunciara un conjuro).
Por nada.
MADRE.-
Por nada.
ALADINO.-
Por nada.
BRUJO.-
(Tiende la moneda hacia la Madre).
Aquí tiene la moneda de oro.
(La Madre, como hipnotizada, recoge la moneda).
ALADINO.-
Y no te preocupes, madre.
MADRE.-
Por nada.
(Sale con la moneda).
ALADINO.-
¿Qué tengo que hacer?
BRUJO.-
El lugar está aquí mismo.
(Ambos se acercan hasta uno de los extremos de la escena y el Brujo aparta unas ramas. Queda a la vista una estrecha entrada a una cueva).
ALADINO.-
He venido a este lugar muchas veces. ¿Esta cueva siempre ha estado aquí?
BRUJO.-
(Sin responder a la pregunta).
Sólo tienes que entrar y traerme una vieja lámpara que cayó dentro. Yo no puedo entrar, porque la entrada es muy estrecha.
ALADINO.-
Entraré a buscar su vieja lámpara.
BRUJO.-
(Con un misterioso cambio de voz).
Pero no toques nada de lo que veas dentro de la cueva, puede ser peligroso. Coge sólo la vieja lámpara. Y no te preocupes por nada.
ALADINO.-
(Mientras entra por la abertura de la cueva).
Por nada.
(Se oscurece el bosque).
(La voz del Presentador se escuchará en off. Y mientras se escucha, sale el Brujo, desaparecen los árboles y se coloca la escenografía del interior de la cueva. Sólo se iluminará la nueva escenografía cuando así se indique en el texto).
PRESENTADOR.-
(En off).
Aladino, al entrar por la abertura se encontró con un estrecho pasillo por el que avanzó cauteloso y temeroso.
(Entra el Presentador. Y como ya hemos indicado, el fondo seguirá oscuro).
Aladino pensó en volver atrás, pero imaginó todo lo que su madre iba a poder comprar con aquella moneda de oro y siguió avanzando. Hasta que de pronto, el estrecho pasillo se convirtió en una gran cueva.
(Sale el Presentador y se ilumina el fondo. Vemos a Aladino en una cueva, llena de monedas de oro y joyas de todo tipo. Aladino deambula por el lugar, observándolo todo).
ALADINO.-
Ese hombre, ¿sólo quiere una vieja lámpara?… Pero si nunca vi tanta riqueza.
BRUJO.-
(En off. Todos los diálogos del Brujo, mientras Aladino está dentro de la cueva serán en off).
No toques nada.
ALADINO.-
¿Por qué quiere sólo una vieja lámpara si puede ser rico con todo lo demás?
BRUJO.-
Calla, sólo eres un campesino ignorante. Dame la lámpara.
(Aladino mira por el lugar, hasta que descubre la vieja lámpara en el suelo de la cueva).
BRUJO.-
Dame la lámpara.
ALADINO.-
Saldré con ella.
BRUJO.-
¡No! ¡Dame la lámpara!
(La mano del Brujo aparece por un hueco entre las piedras).
¡Dámela y te dejaré salir!
ALADINO.-
(Que se aleja de la mano).
¡Cómo puede llegar su mano hasta aquí? El pasadizo es demasiado largo. ¡Eres un brujo!
BRUJO.-
¡Dame la lámpara!
ALADINO.-
Sólo si me dejas salir.
BRUJO.-
Dame la lámpara primero.
(La mano trata de alcanzar a Aladino, pero coge una de las joyas, que suelta inmediatamente mientras grita de dolor, la mano se retira por donde entró).
Me he quemado… Esas joyas siguen con la maldición de abrasar a quien las toque. ¡Dame la lámpara!
ALADINO.-
Por eso no entras tu. Si pasa algo malo, me pasará a mi. ¡No te daré la lámpara si no me dejas salir con ella!
BRUJO.-
¡Peor para ti!, cerraré la entrada con una gran piedra y volveré con otro campesino ignorante cuando tu no seas más que un montón de huesos.
(Se escucha un golpe, como el que produce al chocar una gran piedra contra una montaña).
ALADINO.-
¡No!
(Aladino sale por donde entró, pero reaparece al poco tiempo).
No puedo mover la piedra.
(Recoge la lámpara del suelo).
Y todo por esta vieja y sucia lámpara.
(Con su camisa frota la lámpara).
Sucia y apagada. Si al menos iluminara, podría buscar otra salida.
(Sigue frotando la lámpara hasta que se da cuenta que una espesa niebla ha ido ocupando la cueva).
¿Qué es éste humo?
(De entre la niebla emerge la figura del Genio de la Lámpara. Aladino, asustado, se aleja).
¿Quién eres?
GENIO.-
Soy el genio de la lámpara. Me has liberado de mi prisión. Todos tus deseos serán órdenes para mí. ¿Qué deseas?
ALADINO.-
Salir de aquí, ser un hombre rico, vivir en un palacio y tener como esposa a Halina, la hija del Sultán.
GENIO.-
(Con ironía).
Vaya, ¿nada más?
ALADINO.-
No te preocupes, ya se me ocurrirá algo más.
GENIO.-
No lo dudo. Y ahora, lo que has ordenado, será realizado.
(Se oscurece el fondo. Se ilumina el primer término y entra el Presentador. Mientras habla, desaparecen el Genio y Aladino, y se cambia la escenografía, de la cueva al palacio de Aladino).
PRESENTADOR.-
Y así sucedió. Aladino vive en un gran palacio, casado con la hija del Sultán. Mientras la madre de nuestro héroe habita en otro palacio no muy alejado del hogar de su hijo. Todo es opulencia y felicidad. Hasta que un día como hoy…
(Alza sus brazos y se escucha un trueno).
… Las nubes de la maldad oscurecen el sol.
(Se oscurece el lugar en el que está el Presentador, que sale. Al mismo tiempo, se ilumina el fondo y vemos el interior de una de las habitaciones del palacio de Aladino y Halina. En el centro de la estancia está la vieja lámpara, sobre una mesa).
(Al fondo de la habitación, una ventana).
(Entran el Sultán y Halina).
SULTÁN.-
Así que Aladino es un buen esposo. Todo parece perfecto, hija.
HALINA.-
Sí, padre. Aladino cumple todos mis deseos. Sólo esta vieja lámpara nos separa. Él siempre quiere tenerla cerca, y a mí me gustaría cambiarla por otra nueva.
BRUJO.-
(En off).
¡Cambio lámparas viejas por nuevas!
SULTÁN.-
¡Vaya, qué casualidad!, es como si ese chatarrero te hubiese escuchado.
HALINA.-
¿No se enfadará Aladino?
SULTÁN.-
¿Por qué iba a hacerlo? Si cambias una lámpara vieja por una nueva, será una bendición. Podría enfadarse si cambiaras una nueva por otra más vieja.
(Halina se acerca hasta la ventana y desde allí habla con el chatarrero).
HALINA.-
¡Sube, buen hombre!, tengo una lámpara muy vieja.
(Inmediatamente entra el Brujo en la habitación. Trae una lámpara reluciente entre sus manos).
BRUJO.-
Una nueva por otra vieja.
SULTÁN.-
¡Vaya!, a esto llamo yo rapidez.
HALINA.-
(Que aún mira por la ventana).
No sé si me ha escuchado. Ahora ya no lo veo. Es como si lo hubiese tragado la tierra.
SULTÁN.-
Está aquí, Halina querida.
HALINA.-
(Que se vuelve hacia su padre y ve al Brujo, ya junto a la vieja lámpara).
¿Cómo ha podido hacerlo?, es imposible.
SULTÁN.-
Podríamos contratar a este hombre como mensajero de palacio. En un trís y en un trás, de aquí pasa allá.
BRUJO.-
¡Silencio!
(Tira al suelo la lámpara que trae y da una palmada).
Y ahora, ¡dormid!
SULTÁN.-
Sí, claro; con el insomnio que tengo.
(El Sultán y Halina caen al suelo, profundamente dormidos).
BRUJO.-
(Que coge la vieja lámpara).
Por fin eres mío, genio de los deseos.
ALADINO.-
(En off).
¡Halina!, ¡ya he regresado!
BRUJO.-
¡Maldición!
(Frota la lámpara con la manga de su camisa).
¡Aparece genio tonto!, ¡ahora yo soy tu amo!
(Frota y frota la lámpara).
¿Por qué no apareces?
(Entra Aladino. Trae consigo la verdadera y vieja lámpara).
ALADINO.-
Supuse que algún día pasaría esto.
BRUJO.-
Eres un bellaco. Has cambiado la lámpara mágica por otra falsa.
(Tira la falsa al suelo y da un paso hacia Aladino).
¡Dame la lámpara! Sabes que puedo quitártela con el poder de mi magia.
GENIO.-
(Que aparece detrás de Aladino).
Un poco tarde para eso. Yo ya estoy fuera de la lámpara y tengo órdenes precisas que te conciernen.
(El Genio se coloca delante del Brujo, al que ahora no podemos ver).
GENIO.-
A partir de ahora vivirás en el mundo de los sueños, convertido en pesadilla de digestiones lentas. Sólo serás un mal recuerdo de algunas mañanas perdidas.
BRUJO.-
¡No!
(El Genio se aparta de donde estaba y ya no vemos al Brujo).
ALADINO.-
Te ha quedado genial.
GENIO.-
Gracias, amo. Hace siglos que ese brujo era como un grano en el cu…
ALADINO.-
(Lo interrumpe).
No digas eso, por favor.
GENIO.-
… Un grano en el cuello, ¿qué tiene de malo decir eso?
(Halina y el Sultán se mueven y se levantan del suelo, observados en silencio por el Genio y Aladino).
SULTÁN.-
Creo que he tenido una pesadilla.
HALINA.-
(A Aladino).
¿Quién es tu acompañante?
ALADINO.-
Es un viejo amigo que ha decidido venir a vivir a esta ciudad, después de recorrer casi todo el mundo.
SULTÁN.-
¡Fantástico!, alguien interesante con quien conversar.
GENIO.-
Será un placer, Sultán.
SULTÁN.-
Vayamos a mi palacio a comer. De pronto, tengo un hambre atroz.
(Van saliendo el Genio y el Sultán).
ALADINO.-
Y tengo una buena noticia para tí.
HALINA.-
Vaya.
ALADINO.-
A partir de hoy, ya no verás más a la vieja lámpara. He decidido regalársela a mi viejo amigo.
HALINA.-
Una vieja lámpara, para un viejo amigo. Suena bien.
(Salen todos).
(Asoma el Presentador y levanta sus brazos. Se escucha un trueno y se apagan todas las luces).
PRESENTADOR.-
Je, je…
(Sale).
FIN
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